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Yo me uno, sin pensarlo, a la revolución del tanga

Radio Internacional / 19 noviembre, 2018
con Federico Quevedo

Yo me uno, sin pensarlo, a la revolución del tanga. No me interpreten mal, no quiero decir que vaya a ponerme uno, sino que después de haber leído, estupefacto, una y otra vez lo ocurrido en Irlanda y que ahora les contaré, no puedo por menos que sumarme a ese movimiento que se ha puesto en marcha en aquel país y que ya se ha bautizado como ‘la revuelta del tanga’. El pasado 10 de diciembre un hombre de 27 años fue absuelto del delito de violación a una adolescente de 17… ¿La razón? Que la víctima llevaba por prenda interior un tanga de encaje, lo cual fue interpretado por el jurado popular -ocho hombres y cuatro mujeres-, conducidos a esa reflexión por la abogada del violador, como una incitación a mantener relaciones sexuales con cualquiera.

 

Por llevar un tanga. Increíble, ¿verdad? Espeluznante, diría yo. Y una injusticia atroz. Como consecuencia de esa sentencia absolutoria, en Irlanda las mujeres han iniciado una auténtica revuelta que las une en las redes sociales bajo el hastag #ThisIsNotConsent, esto no es consentimiento, al tiempo que suben a las redes fotos de sus prendas íntimas. El asunto, la manera en que se trata algo que para cualquier persona con sentido común sería un delito de violación, recuerda mucho a la sentencia de La Manada y a todo lo ocurrido aquí en España. Pero evidencia que nos encontramos ante un fenómeno global, y que requiere una especial atención: existe un clima de machismo, de violencia hacia la mujer, en todo el mundo, y es muy necesario ponerle freno, cambiar esa mentalidad.

 

No es normal que las mujeres tengan miedo de andar por la calle, que tengan que elegir el lugar por donde van, que tengan que dudar de que ropa se ponen y busquen ir acompañadas o evitar ciertos sitios porque se van a cruzar con nosotros… Todo eso es violencia, y es extraordinariamente importante que los hombres seamos capaces de ponernos en esa piel porque es la única manera de comprender y de ayudar, además, a otros hombres que siguen ejerciendo una especie de derecho ancestral de posesión. Tenemos que entender que lo pasan mal, que sienten miedo, y no podemos permanecer impasibles, quedarnos callados y consentir con el silencio…

 

El de Irlanda es un caso más, y seguramente no será el último, en el que una mentalidad machista y patriarcal consigue que la víctima acabe siendo juzgada como culpable. Recuerda, y mucho, a cómo la víctima de la violación múltiple en el caso de La Manada fue investigada para intentar presentarla ante la opinión pública como una chica fácil y provocadora. Y lo verdaderamente terrible de todo esto, es que nos acabamos creyendo que el hecho de que una mujer tenga una mentalidad más abierta en cuanto al sexo, o se vista de una determinada manera, pueden ser atenuantes.

 

Nada, absolutamente nada, ni siquiera una sonrisa o una mirada cómplice justifica una violación, una relación sexual no consentida.

Nada, repito. Son nuestro igual, tienen el mismo derecho que nosotros a vivir sin miedo, a poder vestir como les dé la gana, a tener las relaciones consentidas que quieran, sin que por eso nadie, ningún hombre, se tenga que adjudicar ninguna clase de derecho de pernada.

Son como nosotros. Bueno, no: son mejores que nosotros, porque durante siglos han tenido que sufrir una humillación constante, una forma de sometimiento que las ha hecho más fuertes y mejores personas.

Foto Fuente: ABC

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