¿Se ha roto el contrato social que los dirigentes tenÃan hasta ahora con los ciudadanos? ¿Están en riesgo los modelos democráticos que rigen las vidas de las personas? ¿Nos encontramos ante una crisis de sistema? ¿Tienen los ciudadanos la sensación de abandono, de olvido por parte de los dirigentes? ¿Por qué triunfan las opciones radicales, rupturistas y se desangran electoralmente los viejos partidos?
Ni siquiera un polÃtico que llegó al poder bajo la bandera de la regeneración y la renovación, como Emmanuel Macron, ha sido capaz de contener la ira ciudadana. Su comparecencia televisiva en la que prometió dinero -subir 100 euros el salario mÃnimo-, disculpas y diálogo no ha satisfecho a los promotores de las protestas de los chalecos amarillos. Da la sensación de que con las recetas de la vieja polÃtica -comprar el silencio, podrÃamos decir- ya no vale.
Lo de Francia no es más que una muestra más del descontento que se extiende por las sociedades occidentales y avanza sin que parezca posible detenerlo. Ese descontento ha afectado de manera evidente, y lo hemos visto en las sucesivas convocatorias electorales, a los partidos tradicionales. En Francia, de hecho, prácticamente se han diluido mientras la plataforma que apoyaba a Macrón se hacÃa con la mayorÃa del Parlamento.
En Italia ha pasado tres cuartos de lo mismo y eso ha permitido un Gobierno que misteriosamente ha unido a los dos extremos, izquierda y derecha populista. En Gran Bretaña, primera ministra Theresa May no consigue avanzar en el acuerdo del Brexit porque el paÃs está dividido y no es descartable cualquier escenario, en el que incluso toris y laboristas pierdan posiciones en favor de los partidos rupturistas.
Y qué decir de España… Las recientes elecciones andaluzas ha puesto de manifiesto el retroceso imparable de los dos grandes partidos en favor de las nuevas formaciones. Sin embargo, la crisis de la vieja polÃtica ha empezado a afectar también los recién llegados. Está pasando en Francia donde Macron registra los peores datos de simpatÃa ciudadana que haya tenido nunca un presidente de la república. En España vemos como un partido que parecÃa se iba a comer el mundo, como Podemos, retrocede mientras avanza imparable la nueva ultra derecha.
¿Porqué? ¿Es que la izquierda es incapaz de dar respuesta a los problemas de los ciudadanos? Lo cierto es que el descontento social está llegando también a las trincheras de la izquierda que no encuentra un argumento, una hoja de ruta para recuperar la confianza de una sociedad que le da la espalda y se echa en brazos del radicalismo más duro de la derecha. Da la sensación de que la gente quiere romper con todo, no dejar nada en pié… Pero esto no es bueno porque, de ser asÃ, serÃa el anticipo de un modelo de relación que acabarÃa en lo más terrible del totalitarismo.