Que con la violencia no se va a ninguna parte, ya lo sabÃamos. No hacÃa falta que nos lo dijera Pedro Sánchez. Ya lo dijimos ayer, pero lo que hemos vivido estos últimos dÃas ha sido un espectáculo bochornoso y que desgasta la imagen internacional de nuestro paÃs. Por no añadir, de nuevo, que esa violencia no es más que la demostración palpable del espÃritu fascista que anida en el seno del independentismo catalán, muy proclive a alinearse con los partidos de extrema derecha europea que son los únicos que respaldan la reivindicación secesionista catalana. No señor, con violencia no se va a ninguna parte si es que realmente se quiere ir a algún lado.
Probablemente al Govern de la Generalitat los sucesos de ayer le hayan venido de perlas. Me explico: realmente Quim Torra y su Gobierno no tienen el más mÃnimo interés en dar pasos adelante en pro de la independencia, porque saben que de hacerlo el Gobierno de España no tendrá más remedio que aplicar el artÃculo 155, y hacerlo esta vez con más mano dura que la empleada por el Ejecutivo de Mariano Rajoy. Pero sà le conviene mantener el pulso y la tensión, de ahà la arenga de Torra a los violentos, al mismo tiempo que ordenaba a los Mossos que los frenaran.
Lo que le interesa a Torra es que sea Pedro Sánchez el que mueva ficha, y de ahà que le haya conminado a convocar un referéndum que Sánchez nunca va a convocar porque sabe que no va a encontrar apoyos ni dentro ni fuera de su partido, lo cual no hace sino debilitar aún más su Gobierno y plantear seriamente la alternativa de unas elecciones generales antes de final de año. Y este es el escenario en el que nos encontramos: un Ejecutivo débil por su escasez parlamentaria y por la inestabilidad de sus apoyos. Sin los independentistas, Sánchez no puede aprobar los Presupuestos, y sin Presupuestos se acabó la legislatura.
Asà que, dicho en román paladino, Torra tiene a Sánchez cogido por los bemoles. Y el problema es que a Torra le da igual que haya elecciones generales en España, porque de ese modo él gana tiempo para mantener su gobierno con el apoyo de la CUP con la excusa de que no puede forzar a Madrid a Nada porque en Madrid, ahora mismo, es casi como si no hubiera nadie. Y miren, lo digo en serio, que la voluntad de diálogo de Pedro Sánchez era muy positiva y ofrecÃa un escenario diferente al que venÃamos asistiendo cuando gobernaba el PP. Pero el problema es que el independentismo, o al menos una parte de él, se ha enrocado en posiciones maximalistas de las que se niega a apearse.
El empeño de Sánchez en buscar vÃas de encuentro era muy loable, pero como dice el refrán, dos no hablan si uno no quiere, y por mucho empeño que haya puesto el presidente del Gobierno desde ayer, y desde hoy, es evidente que el independentismo quiere cerrar todas las puertas. Y luego están PP y Ciudadanos, a lo suyo, exigiendo un 155 que no hay razones para aplicar porque el Govern no ha tomado todavÃa ninguna decisión que vulnere la legalidad como ocurrió hace un año. Ni tampoco hay un muerto encima de la mesa, aunque algunos parezcan empeñados en buscarlo. Sólo una de esas dos cosas podrÃa obligar al Gobierno a solicitar al Senado la aplicación del 155, pero no parece que se vayan a dar esas circunstancias y, mientras tanto, al PP y a Ciudadanos parece que se les acaban los cartuchos.