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¿Pueden las redes sociales hacer caer a un presidente del Gobierno?

Radio Internacional / 15 octubre, 2018

¿Pueden las redes sociales hacer caer a un presidente del Gobierno? En principio parecería un absurdo pensar que algo tan aparentemente inocente como una red social, en la que nos movemos para hacer comentarios, colgar fotos y buscar la aprobación de nuestros amigos virtuales en esto que ya es la nueva forma de socialización, pudiera tener el poder de tumbar un Gobierno. Y, sin embargo, el pasado viernes el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se vio totalmente acorralado por los miles de comentarios surgidos en las redes sociales a cuenta de un gesto que en cualquier otra circunstancia nadie hubiera sobredimensionado como sí se hizo en las horas siguientes en cuanto el asunto se hizo viral.

Ya saben a qué me refiero: ese momento en la recepción del Palacio Real posterior al desfile de las Fuerzas Armadas en el que Sánchez y su esposa tras saludar a los Reyes se sitúan a su lado durante un instante hasta que un miembro del protocolo real les indica que no pueden estar ahí. Probablemente se tratara de un error porque no tiene sentido pensar que Sánchez, que ya había acudido en más ocasiones a esa recepción y, por lo tanto, sabía que el besamanos lo protagonizan los Reyes en solitario -por algo es ‘su’ casa-, quisiera situarse al mismo nivel que Felipe VI. El problema es que de sobra conocido afán de protagonismo ya le había jugado alguna que otra mala pasada anteriormente, y de ahí a convertir la escena en un trending topic virtual sólo había un paso y unos cuantos amigos de las bromas que comenzaron a circular por los grupos de WhatsApp y las redes sociales como si no hubiera un mañana.

La cuestión es que hasta hace relativamente poco, un error como ese podía incluso pasar desapercibido o ser sólo carne del comentario aislado de algún que otro avispado contertulio.Es más, no sería la primera vez que desde los servicios de prensa del Gobierno, como ha pasado también con los de la Casa Real u otras instituciones del Estado, se intentaba poner sordina a hechos similares. Pero ya no se puede. Las redes sociales lo invaden todo y se acaban convirtiendo en la selva entre cuyos árboles debemos movernos los periodistas intentado evitar accidentes… Entiendanme: ni podemos dejarnos llevar por las tendencias en internet, ni podemos obviarlas. Es una situación esquizofrénica para quienes nos dedicamos a esta profesión porque, en cualquier otro momento o situación, nos hubiéramos limitado a darle al hecho en sí la importancia que realmente tiene, o sea, casi ninguna, pero al final hemos caído en la trampa de dejarnos llevar por la ola, una ola peligrosa a la que, sin embargo, es imposible ponerle freno.

Deberíamos actuar con sensatez, pero inevitablemente somos los primeros que caemos en la tentación del meme y acabamos enviando a nuestros grupos de WhatsApp esa foto en la que la Reina le dice al

Rey: “No le mires, pero se ha sentado en el trono” y al fondo se ve a un emocionado Sanchez situando su trasero sobre el asiento real. Pero es para pensarlo, porque en el fondo debería preocuparnos que algo tan aparentemente inocente como es una red social, pueda acumular el poder de tumbar un Gobierno. Y a la vista de ocurrido, ese escenario ya no es fruto de la ciencia ficción. Al cuarto poder le ha salido un competidor, el quinto, y amenaza con llevárselo todo por delante.

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