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Realismo político alienígena

Jaime Santirso / 3 marzo, 2017
Opinión

No serán La La Land ni Moonlight, ni siquiera Warren Beatty los que nos harán hablar de cine hoy. Será, en cambio, una película que ha pasado desapercibida en los últimos Oscars: Arrival. Y será así, porque la película de Villeneuve tiene interesantes lecturas desde la perspectiva de la teoría política.

Para aquellos que no la hayan visto y sin destriparla, el punto de partida de Arrival es la llegada de unos seres extraterrestres a varios puntos de la tierra. La reacción de los diferentes gobiernos es conducida por sus cuerpos militares y la duda que genera su presencia: ¿para qué han venido? La falta de respuesta desemboca en la cautela de presuponer lo peor, es decir, una agresión, y por tanto la exigencia de estar preparados para atacar primero.

Este es el paradigma clásico del Realismo político, que tiene su origen en los textos de Maquiavelo. De acuerdo a esta teoría, cada estado lucha por su supervivencia, que solo puede garantizarse por medio del poder y que es por tanto expresado en términos militares. La relación entre los actores es egoísta y competitiva, una dinámica que hace insostenible cualquier proceso de cooperación y conduce inevitablemente a la violencia.

Estas han sido, en efecto, las reglas por las que se ha regido la política internacional durante la mayor parte de la historia. La clave para avanzar ha sido la información: saber que el enemigo no plantea atacarte hace que no debas preocuparte de golpear primero. Como sucede en Arrival, las relaciones con los extraterrestres se relajan cuando los humanos saben más sobre ellos, y al revés.

Foto CDW - Realismo político alienígena A

Ante un escenario nuevo en el que la información existente deja de ser válida, como podría suceder con una visita extraterrestre, el pensamiento realista entra de nuevo en escena. Y no porque antes hubiera desaparecido, sino porque constituye un estado primario desde el que progresar. Esta tensión constante subyace en cualquier relación: ahí está como ejemplo el Mar del Sur de China en la actualidad.

A día de hoy, todavía no nos hacen falta alienígenas: todavía queda mucho espacio para el realismo en nuestro mundo.

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