No me pregunten como, pero José Félix Tezanos ha conseguido poner a todo el mundo de acuerdo en algo, y cuando digo todo el mundo, incluyo también a muchos dirigentes socialistas a los que sí se les cae la cara de la vergüenza: nadie se cree la encuesta del CIS. Bueno, sí sé como lo ha conseguido: aplicando un nuevo sistema de extrapolación de datos que hace posible lo imposible, y gracias al cual el PSOE de Pedro Sánchez se dispara como si fuer el Discovery rumbo al espacio.
El problema es que la manipulación del CIS no se acaba ahí, va más
allá: no es simplemente que ahora el CIS utilice un método nuevo para predecir el voto, es que llega a extremos insospechados.
Por ejemplo: normalmente el CIS incluye una serie de preguntas para conocer el estado de la opinión pública. Algunas son fijas, pero otras varían, y en este último CIS se han incluido seis preguntas sobre la crispación política en plan “¿Ler preocupa a usted la crispación?” y “¿Quién cree que es el culpable, quizás Pablo Casado?”… Así, como quien no quiere la cosa. Hombre, como que no, señor Tezanos. Si pregunta usted a los encuestados si creen que debe hacerse algo para evitar la crispación, lógicamente la mayoría -un 88% en este caso-, dicen que sí. Y si les pregunta si debe hacerse algo para evitar el hambre en el mundo, ¿que cree que van a contestar? Pues eso.. Pero sin embargo, cuando el CIS pregunta sobre cuáles son los problemas que preocupan a los ciudadanos, la crispación casi ni aparece, aunque si hay un escaso 14% que cita a los políticos entre esos problemas.
Sin embargo, en el último CIS se produce lo que podríamos llamar el gran milagro demoscópico, la constatación de que Dios existe y ama profundamente a nuestro presidente Pedro Sánchez. Si me apuran, el hecho en sí podría considerarse tan relevante como la prueba definitiva de que en Marte viven los marcianos, aunque probablemente algunos se hayan escapado a la tierra y hayan sido encontrados por los expertos encuestadores a las órdenes de Tezanos porque, sino, no se explica cómo es posible que en plena crisis por la dimisión de Carmen Montón, las conversaciones de Delgado con Villarejo y la extraña compra de la vivienda de Pedro Duque, todos los ministros hayan visto bajar su valoración y, sin embargo, el presidente haya visto subir la suya. Lo dicho: Dios existe, y le quiere.
Y no deja de ser milagroso también el hecho de que mientras la valoración de todo el Gobierno se hunde, con la excepción ya mencionada de la ascensión de Sánchez a los cielos, la expectativa de voto del PSOE crezca igual que crece la valoración de su presidente.
¿Increíble? Si. Pero cierto.