No hay cuatrocientos mil andaluces fascistas en Andalucía. No es que lo diga yo, que también, es que lo dice alguien tan poco sospechoso de ser partidario de VOX como el candidato de Podemos a la Presidencia de la Comunidad de Madrid, Íñigo Errejón. Afirmar eso supone desmarcarse de manera clara y contundente de la línea emprendida desde el pasado lunes por sus compañeros de la formación morada, que han emprendido eso que ellos llaman la alerta antifascista y que amenaza con crispar aún más el ya de por sí enrarecido clima político español.
¿Por qué dice eso Íñigo Errejón? Aparte de porque es así, porque nadie se cree que haya 400.000 andaluces fascistas, lo dice porque desde el pasado domingo los candidatos a la Comunidad de Madrid se han puesto en alerta ante la posibilidad de que la formación de ultraderecha, especialmente implantada en la Comunidad de Madrid, obtenga en las próximas elecciones un resultado aún más sorprendente que el de Andalucía y de al traste con los planes de unos y de otros.
Especialmente los de Errejón y Gabilondo que, en secreto, ya han pactado que si suman, gobiernan juntos.
Pero lo cierto es que VOX es un actor nuevo en escena, y está obligando a cada candidato a adaptar sus discursos, y eso es lo que ha hecho Errejón cuando afirma que “VOX es un síntoma, pero no es el mal.
Hay que tener humildad, escuchar y atender a las causas: las transformaciones han dejado a mucha gente insegura, descontenta», ha dicho quien siempre ha abogado por un Podemos transversal que sea capaz de recoger votos del descontento a izquierda e, incluso, a derecha.
¿Qué más ha dicho Íñigo Errejón y creo que con mucho acierto en el análisis? Pues que, y abro comillas de nuevo, “tenemos que ser capaces de ofrecerles certezas. Donde hacemos eso no anida el miedo», ha seguido. «El combate no es contra otra fuerza política, sino contra el caldo de cultivo del miedo: la desigualdad, la incertidumbre. Yo voy a trabajar para que tengan un referente en Madrid», ha añadido. Y ha
rematado: «El problema es que la gente que quiere justicia social, orden y protección esté huérfana. A esa gente hay que dirigirse».
Y ese ha sido el gran error de la dirección de Podemos, haberse alejado de toda aquella gente que el 15-M se agolpó en la Puerta del Sol de Madrid exigiendo unos cambios que nunca han llegado, y mucha de esa gente es la que ahora ha vuelto sus ojos hacia la derecha populista de Vox. Caer en el error de convocar alertas antifascistas, adentrarse en el discurso del enfrentamiento, lo único que va a traer es más caldo de cultivo para que la ambición de Vox y sus votantes siga creciendo. Es mejor pararse a reflexionar sobre sus causas para contrarrestar sus efectos.