Me van a permitir ustedes que me dirija personalmente al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, aunque no se si me escuchará desde Canadá, pero le invitaré a que se baje el podcast del programa. Verá, señor Sánchez, hay un refrán español que dice que donde las dan, las toman. Se lo digo a cuenta de la decisión adoptada hoy por la Mesa del Congreso de dar amparo al PP y a Ciudadanos y anular el intento de su Gobierno de coger un atajo legal para evitar el veto del Senado a los Presupuestos de 2019.
Estoy de acuerdo con que lo que ha hecho hoy la Mesa del Congreso es inhabitual y, probablemente, se haya extralimitado en sus funciones o competencias, pero no deja de ser una respuesta irregular a una acción irregular, porque lo que hizo el Gobierno la pasada semana es, igualmente, un retorcimiento de la reglas del juego inaceptable. El problema, señor Sánchez, es que gobernar con 84 escaños es muy difÃcil, por no decir imposible. Y se lo dice alguien que ya le recomendó a Mariano Rajoy que convocara elecciones porque con sus 137 escaños, 53 más que los que tiene el PSOE, le estaba resultando imposible mantener una mÃnima hoja de ruta legislativa más allá de unos Presupuestos aprobados a golpe de talonario nominativo para el PNV.
Es verdad que habÃa motivos para aquella moción de censura, porque el PP se encontraba en estado de shock tras la sentencia de la Gürtel que confirmaba la existencia de una caja B en Génova 13, pero también lo es que la consecuencia de aquella moción debÃa de haber sido la convocatoria de elecciones. Comprendo que usted no quiera: el sÃndrome de La Moncloa contagia muy rápido, y lleva al inquilino a pretender eternizarse en la ocupación del Palacio. Pero dos ministros dimitidos después, con una tercera en entredicho por sus extraños vÃnculos con el comisario Villarejo, y tras el varapalo de la Mesa del Congreso, lo cierto es que su gobierno ofrece una imagen bastante frágil y casi mejor no alargar el sufrimiento, ni el suyo, ni el nuestro, y llamar a los ciudadanos a las urnas.
Tampoco hace falta que tenga prisa: puede esperar a tener sobre su mesilla de noche la foto del féretro de Franco saliendo del Valle con destino sabe Dios a dónde, para que las encuestas le sitúen por encima del 30% de los votos, pero no alargue más de ahà la agonÃa, porque si los ciudadanos tienen la percepción de que usted aguanta contra viento y marea por no perder el poder, puede ser que decidan echarle por pesado.
No es que yo tenga un especial interés en que usted se vaya, o al menos no más que el que tenÃa en que se fuera Rajoy, pero comprenderá que por mucho que sus defensores se empeñen en decirnos que está muy bien que los ministros dimitan cuando se les pilla en algún renuncio, lo cierto es que no es bueno para la imagen del Gobierno de España que sus ministros estén permanentemente cuestionados, entre otras cosas porque eso da fe de una cierta improvisación a la hora de nombrarlos, sin haber tenido en cuenta su trayectoria y sà podÃan ser susceptibles de estar bajo sospecha. Asà que señor presidente, no lo piense más y haga lo que prometió que iba a hacer: convoque elecciones.