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Le viene grande a Pablo Casado el traje de líder del PP…

Radio Internacional / 22 octubre, 2018
por Federico Quevedo

Le viene grande a Pablo Casado el traje de líder del PP, de jefe de la oposición, de candidato a la Presidencia del Gobierno? Hay quien cree que sí, y no digo fuera de su partido, que eso tendría más sentido, sino dentro. Y las críticas tampoco provienen de los que podríamos considerar como sus ‘enemigos’, los más próximos al sorayismo, sino que en su propio equipo hay quienes creen que el nuevo presidente del PP está pecando de una excesiva exposición pública y de una exagerada inquietud por hablar de todo, aunque no tenga realmente nada que decir.

Es evidente que en el PP se ha pasado de un líder, Mariano Rajoy, que huía de la presencia mediática, que aborrecía los medios de comunicación, que prefería el plasma a la rueda de prensa, a otro al que en una forzada caricatura se le podría ver persiguiendo los micrófonos de los medios en lugar de al revés, que sería lo lógico.

Pablo Casado aparece hasta en la sopa y cualquier día de estos nos sorprenderá entrando en la casa de Gran Hermano o participando en una gala especial de Operación Triunfo.

Pero el problema es que cuando un dirigente político se excede en la presencia pública, el riesgo de equivocarse es mayor, y cuando pretende tener opiniones para todo puede ocurrirle que hasta Ángela Merkel ponga cara de aburrimiento escuchándole. Casado abusa de la palabra y habla de cualquier cosa, sin preguntarse si realmente tiene algo que decir, y acaba haciendo afirmaciones como la de que la hispanidad ha sido el mayor logro de la humanidad. Seguramente quería referirse al Descubrimiento, pero le traicionó el subconsciente, que es algo que suele pasar cuando no se piensa lo que se dice.

Con esto yo no quiero decir que Casado tenga que esconderse de la prensa, ni mucho menos, pero a veces es necesario hacerse de rogar porque lo que puede parecer un beneficio a corto plazo, puede acabar pasándole factura a medio y largo cuando las hemerotecas empiecen a jugarle malas pasadas. En su estrategia actual, Casado cae en la exageración y no resulta creíble salvo para sus fans más enfervorecidos…

Pero el PP no se alimenta de fans, sino de los votos de gente en general bastante menos entusiasta a la que puede resultarle incluso incómodo un discurso excesivamente catastrofista en el que da la sensación que los españoles vivimos en un país desmembrado territorialmente y a la altura de Guinea Ecuatorial en lo que a situación política y económica se refiere. A un líder político que pretende llegar a ser presidente del Gobierno se le presupone una cierta dosis de sentido común, y bastante de prudencia y cautela.

Y a Pablo Casado no se le ve ninguna de esas virtudes por ningún lado, sino un empeño por hacer bueno aquel desafortunado consejo de que es preferible que hablen de uno, aunque sea mal. Expuesto, como está, a la caldera a presión de la opinión pública, lo mejor que le puede pasar a Pablo Casado es salir abrasado de la misma. Lo peor es no salir.

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