En estos días, no hay tranquilidad ni en China ni en EE.UU.
Después de que EE.UU hizo el primer disparo de la guerra comercial a China, el ex presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, ganador del Premio Nobel de Economía, Paul Krugman, y otros personajes famosos expresaron sus críticas hacia la política de Trump. Sin embargo, la Casa Blanca hace oídos sobre todo eso y planteó rápidamente una lista de aranceles que cobrará a productos chinos por valor de 200.000 millones de dólares, tratando de ejercer la última presión. Ante la escalada de la guerra, el Senado de EE.UU. aprobó una resolución con votos aplastantes, que exige a Trump obtener primeramente la aprobación del Congreso antes de añadir aranceles. Los medios de comunicación de EE.UU. dicen que esta resolución reveló que la política de aranceles de Trump decepciona mucho a los senadores.
En China, por una parte, se protesta estrictamente contra el comportamiento falto de razón en la escalada de la guerra comercial, e indica que se va a hacer la oposición necesaria; por otra parte, se sigue promoviendo llevar a cabo las medidas para la apertura del mercado. Después de que la Comisión Reguladora de Valores de China anunció abrir más a los inversores extranjeros su mercado de acciones, el día 10 el fabricante estadounidense de coches Tesla firmó un acuerdo con Shanghai sobre abrir en la metrópolis oriental china de Shanghai su primera gigafábrica fuera de Estados Unidos, una planta con una capacidad anual prevista de 500.000 unidades de automóviles eléctricos. Al mismo tiempo, el gobierno local de Chicago firmó el primer plan quinquenal con el gobierno local chino para cooperar con el país asiático en algunos campos como salud pública, industria de fabricación avanzada, tecnología innovadora, finanzas, etc.
En la guerra comercial, China sigue avanzando de acuerdo con el ritmo planeado. Porque China cree profundamente que no importa cuán provocativa sea la Casa Blanca, “hacer bien los asuntos propios” es la mayor arma para repeler la guerra comercial provocada por EE.UU.
En la actualidad, ha estallado la guerra comercial entre China y EE.UU. y hay gran posibilidad de una escalada. El mundo exterior se preocupa mucho si la economía china está afectada y aún más influye a la economía mundial. Objetivamente, hay una influencia negativa a corto plazo para China, pero a largo plazo, llevará más influencia positiva.
Primero, China es el único país que posee todas las categorías industriales en el mundo, tiene un mercado de consumo cubierto de 1,4 mil millones de personas.
Segundo, la demanda interior se convierte en la mayor energía cinética para promover el crecimiento económico de China.
Tercero, la innovación y el desarrollo de China siempre avanzan.
Cuarto, ampliar la apertura hace al “círculo de amigos” de China compartir más dividendos.
La gente puede ver que durante los tres meses de la guerra comercial, EE.UU. está consumiendo incesantemente la confianza nacional, pero China lleva a cabo las medidas de la apertura una por una firmemente según el plan fijado. La Cámara de Comercio Americana en la República Popular de China publicó últimamente el “Informe de investigación sobre el entorno comercial de China 2018”, lo cual muestra que un 74% de las empresas miembros planean ampliar sus inversiones en China en 2018. El primer vicepresidente del Fondo Monetario Internacional, David Lipton, expresó que cree que China realizará el ajuste de reequilibrio económico y ve al modelo del desarrollo aún más sostenible.
China tiene suficiente preparación psicológica ante la permanencia, la complejidad y las dificultades de la guerra comercial, así como tiene más confianza propia para repelerla. Desde el propio desarrollo, China se da cuenta de que hacer bien los asuntos propios y ampliar incesantemente la reforma y la apertura es el poder eterno para eliminar interferencias, realizar el desarrollo nacional y promover la paz y el desarrollo mundiales.
Fuente: CRI
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