Casi al mismo tiempo en que el ultra Bolsonaro se alzaba con la victoria en la primera vuelta de las elecciones brasileñas, Santiago Abascal se apuntaba un éxito llenando las gradas del Palacio de Vistalegre con más de 9.000 personas. VOX ha irrumpido asà en la escena polÃtica española, con fuerza, y obligando a los demás a pronunciarse. Nadie sabe lo que puede pasar en unas elecciones, pero lo cierto es que los sondeos de opinión quintuplican las opciones de VOX con respecto a hace unos meses, dándole opciones serias de obtener escaños en las elecciones europeas e, incluso, en las nacionales.
España ya tuvo su extrema derecha representada en el Parlamento, fue durante la transición, y en el Hemiciclo se sentaba Blas Piñar en nombre de Fuerza Nueva. También entonces ocurrÃa esto en un parlamento muy fraccionado y en circunstancias muy concretas. Las de ahora no lo son menos, con la particularidad de que hasta el momento España parecÃa quedar al margen del surgimiento de los populismos de extrema derecha que han irrumpido en el resto de Europa y, como se ha visto en Brasil, del mundo.
¿Porqué? Probablemente porque en nuestro paÃs todavÃa pesa en la conciencia colectiva el recuerdo de una guerra y de una posterior dictadura, pero hay un caldo de cultivo en una juventud entre los 20 y los 40 años, que ya no tiene nada que ver con lo que ocurrió hace más de cuatro décadas, y que se siente identificada con un discurso puramente populista, nacionalista en extremo y centralizador. Lo cierto, es que existen pocas diferencias entre el tono de VOX y el del independentismo catalán, llevado cada uno a su terreno. Se trata del mismo nacionalismo excluyente y a ratos xenófobo que lleva a unos a querer romper España, y a otros a recentralizarla de nuevo eliminando el estado autonómico.
¿Es VOX un riesgo? Yo no me atreverÃa a asegurarlo con rotundidad, pero lo cierto es que las encuestas están ahÃ, y también lo es que su electorado se nutre fundamentalmente de votantes del PP, hartos de la corrupción, de la falta de firmeza con Cataluña y del abandono de principios de su partido. Pero también de Ciudadanos, aunque estos últimos son casi los mismos que ya huyeron del PP y que ahora han encontrado en VOX la respuesta a sus oraciones. La cuestión es si ambos partidos de centro y centro derecha deben responder a VOX copiando parte de su discurso, o por el contrario deben combatirlo.
Por ahora la respuesta ha sido de prudencia, pero en algún momento se verán obligados tanto Casado como Rivera a entrar en el cuerpo a cuerpo contra Abascal, si no quieren ver como sus electores se largan bajo las siglas de la nueva ultraderecha.
Y lo que deberÃan todos, no solo el PP y Ciudadanos, es preguntarse qué se ha hecho mal para que en un paÃs en el que la ultraderecha estaba neutralizada, ésta haya conseguido romper el cerco que le habÃan puesto los partidos moderados de un lado y del otro del arco parlamentario para situarse en una posición de amenaza a la estabilidad del sistema. España ya tiene su extrema derecha, y lo que hay que saber es si ha venido para quedarse o se trata de de un espejismo.