En España no hay una Justicia independiente. Hay jueces independientes, sin duda. La mayorÃa de los titulares de los distintos juzgados que existen en nuestro paÃs son personas honestas que intentan hacer bien su trabajo e impartir justicia atendiendo a la letra de nuestras leyes. Pero la Justicia, si entendemos la Justicia como la institución que la representa, no es, ni mucho menos, independiente. Es más, lo cierto es que nuestra Justicia está absolutamente viciada y manipulada por el poder polÃtico lo que, en el fondo, significa que uno de los pilares de la democracia liberal, es decir, la separación de poderes, en nuestro caso no se cumple.
En la última escenografÃa del control polÃtico del poder judicial hemos llegado al extremo de que nos hemos enterado de quién va a ser el elegido para presidir el Consejo General del Poder Judicial -el magistrado Manuel Marchena, cuya trayectoria profesional no seré yo quien la ponga en duda-, antes incluso de saber quienes iban a ser los vocales llamados a votarle. Toda una evidente muestra de la forma en la que en nuestro paÃs se elige al órgano que debe velar por la independencia judicial: separando por colores a los propios
magistrados: 11 rojos y morados frente a nueve azules.
Un reparto en el que la izquierda gana por dos jueces a la derecha, a cambio de que la derecha nombre al presidente del Consejo y, por lo tanto, del Tribunal Supremo. AsÃ, como se lo he contado. Fruto de un acuerdo de mesa camilla entre Pedro Sánchez y Pablo Casado que, para esto, para repartirse los vocales del Consejo de Poder Judicial, si se hablan y se entienden. Para lo que les interesa a ellos, no para lo que interesa a los ciudadanos. Esta es la triste realidad, la vergonzosa imagen de cómo los dirigentes de los principales partidos polÃticos de nuestro paÃs se pasan por el forro, y perdonen la expresión, sus consabidas promesas de regeneración polÃtica. Todo mentira. Todo falso. Lo único cierto es el compadreo con el que nos engañan y se rÃen de la confianza de los ciudadanos.
¿No fue Pedro Sánchez quien hizo promesas comprometiéndose a que los vocales del Consejo se eligieran entre los jueces, y no como consecuencia de pactos polÃticos? Pues para olvidarse de la promesa sà que ha tenido prisa. Como también la ha tenido Pablo Casado para sentarse a negociar y repartirse los vocales. No me extraña que, en el fondo, ninguno de ellos, tenga sin embargo prisa en quitar los aforamientos porque de este modo cualquier problema jurÃdico que pueda surgir acabará en manos de unos jueces que les deben su nombramiento.