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Al final ha imperado el sentido común y Juan Manuel Moreno Bonilla será investido presidente de la Junta de Andalucía

Radio Internacional / 9 enero, 2019
con Federico Quevedo

Al final ha imperado el sentido común y Juan Manuel Moreno Bonilla será investido presidente de la Junta de Andalucía. Era lo esperable.

Lo lógico. Lo que dictaban la razón y la seriedad. Después de cuarenta años ininterrumpidos de socialismo, en Andalucía se va a producir el cambio político, y los andaluces van a evitar tener que acudir de nuevo a las urnas. No se si ha sido el miedo a que una nueva convocatoria movilizara el voto de la izquierda que se quedó en su casa el pasado 2 de diciembre, o si realmente es que VOX ha recapacitado, pero lo cierto es que el partido de la derecha populista ha reconducido su estrategia de los últimos días para acabar facilitando la investidura del cambio.

Realmente VOX ha jugado a lo que sabe jugar, y algo debería aprender el Partido Popular y su líder, Pablo Casado, de todo esto, y es que pactar con VOX va a ser en el futuro más difícil de lo que parece. VOX es un partido circunstancial, populista, que ha crecido al amparo del descontento de una parte del electorado del centro-derecha que se ha sentido huérfano estos últimos años, abandonado por el Gobierno de un Mariano Rajoy que no se sabía muy bien si era del PP o de la socialdemocracia noruega: frío, distante, ambiguo y con unos principios intercambiables según las circunstancias. Y han encontrado en VOX la voz que querían escuchar, simple, desacomplejada ciertamente, fácilmente reconocible, superficial… Populismo en definitiva.

Pero sus votos son, y van a ser, necesarios para sumar y provocar cambios en un país que los necesita. Al final, el PP, de la mano de su secretario general, Teodoro García Egea, ha conseguido llevar a VOX por el camino de la rectitud, haciéndole renunciar a ese programa de máximos imposibles y aceptando a cambio aquellos principios perfectamente asumibles por el partido de centro-derecha… ¿O es que nos vamos a llevar las manos a la cabeza porque el PP asuma políticas de defensa de la familia, la tauromaquia o quiera sustituir la Ley de Memoria por otra de Concordia?

Nada de todo eso es susceptible de ser calificado de extrema derecha, en todo caso de programa conservador, pero el PP ha sorteado aquellos otros puntos en los que, de haber cedido, si que hubiese sido difícil evitar la etiqueta ultraderechista. Y, de paso, se ha convertido en el fiel de una balanza que le permite inclinarse a un lado o a otro según las circunstancias y de ese modo Ciudadanos evita, también, tenerse que hacer la foto que no quiere hacerse. Será el PP el que ejerza de mediador, un papel que le va a permitir salir ganando en casi todas las jugadas. Pablo Casado empieza a edificar la alternativa, y aunque es pronto para vaticinar nada, pero apunta a que por este camino puede acabar siendo el presidente del Gobierno más joven de la democracia.

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