Da la sensación de que, consciente de que está ahà por una carambola del destino y no por la decisión de las urnas, tenga la necesidad de afianzar una presidencia del Gobierno que, en cualquier caso, alcanzó de forma legÃtima mediante una moción de censura. Sánchez es el rey de la gesticulación, un maestro de la pose, el campeón del selfie, pero enemigo público de las ruedas de prensa y las declaraciones a los medios. El opta por la cómoda nocturnidad del sofá de El Objetivo en lugar de la frÃa transparencia del atril que adorna la sala de declaraciones del Hemiciclo en la Carrera de San Jerónimo. Sánchez huye de la prensa como de la peste… en eso hasta se mimetiza con Mariano Rajoy, que también pensaba que los periodistas eran -somos- una clase aparte, bastante molesta porque tenemos la mala costumbre de preguntar.
Y a Sánchez no le gusta que le pregunten. Por nada, o por casi nada.
El es el presidente del Gobierno, como se harta de repetir hasta la saciedad como si de mucho decirlo el cargo imprimiera carácter como el sacerdocio y pudiera conservarlo hasta el fin de los tiempos. A veces me pregunto si tanto interés por sacar los restos de Franco del Valle de los CaÃdos no será para hacer hueco a los suyos cuando emprenda el viaje de la eternidad. Sánchez lleva cien dÃas al frente del Gobierno y ya se cree que la institución le pertenece por derecho propio, y lleva francamente mal eso de que le cuestionen las decisiones y, ya no digamos, a él personalmente. Entiendo que esa es la razón de fondo que ha llevado al Gobierno a adoptar una decisión muy cuestionable:
enmendar una ley que no tiene nada que ver con la Presupuestos para poder sortear el veto del Senado.
De esto hablaremos más tarde con algún experto, para intentar comprender qué es lo que se ha hecho, pero para que ustedes lo
entiendan: es como si el Gobierno hubiese enmendado la Ley de Defensa del Consumidor para aprobar el trasvase Tajo-Segura. El problema, cierto, es que esto se ha hecho más veces, al menos unas catorce, lo cual no significa que estuviera bien… Es más, eso es algo que deberÃa estar prohibido. Sin embargo, y al margen de otras consideraciones, lo que se ha hecho esta vez vá más allá porque pretende subvertir el resultado de las urnas que dio al PP mayorÃa absoluta en el Senado y, por lo tanto, la posibilidad de vetar una ley como la de Presupuestos.
Yo comprendo que el Gobierno quiera aprobar sus cuentas, pero no puede hacerlo por sus… bemoles, como pretende Pedro Sánchez, porque eso se parece más a la reacción de un dirigente bananero que al proceder de un presidente democrático. Lo que habrÃa que hacer, y eso me parece lógico, es modificar el reglamento del Senado para que, en efecto, no pueda utilizarse como una cámara de veto a las decisiones del Congreso, convirtiéndolo en aquello que de verdad deberÃa ser: una cámara de representación territorial. Mientras tanto, señor Sánchez, intentar sortear lo que los ciudadanos eligieron en las urnas, no es, ni mucho menos, lo que se espera de quién llegó a La Moncloa prometiendo regeneración y respeto a la instituciones.